viernes, 23 de julio de 2021

El viejo ermitaño

 

Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia. Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer. La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo.

Les contestó:

Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león.

No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?

Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.

 

Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también.

Los dos halcones se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena, son mis ojos.

Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis dos manos.

 Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos, aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis dos pies.

 

Lo más difícil es vigilar la serpiente, aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua.

 

El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día, es mi cuerpo.

 

Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, es mi corazón, mi ego

 

Como ves… tengo mucho trabajo por hacer. Y tú, ¿en qué trabajas?».

La Mariposa Azul

 

Cuenta esta leyenda oriental de la mariposa azul que, hace muchos años, un hombre enviudó y quedó a cargo de sus dos hijas. Las niñas eran muy curiosas, inteligentes y siempre tenían ansias de aprender. Constantemente asediaban a su padre con preguntas. A menudo el hombre podía responder sabiamente, sin embargo, en ocasiones no estaba seguro de poder ofrecerles a sus hijas una respuesta acertada.

Viendo la inquietud de las dos niñas, decidió enviarlas una temporada a convivir con un sabio que vivía en lo alto de una colina. El sabio era capaz de responder a todas las preguntas que las pequeñas le planteaban, sin ni siquiera dudar. Pero, un día, las hermanas idearon una pícara trampa para medir la sabiduría del sabio. Decidieron realizarle una pregunta que fuese incapaz de responder.

La pregunta imposible:

Las niñas se pusieron manos a la obra para llevar a cabo su plan. La mayor salió al campo y atrapó una mariposa azul, envolviéndola en su delantal para que no se escapase. A continuación, comenzó a explicarle a su hermana cuál sería el proceder.

“Mañana, mientras sostengo la mariposa azul en mis manos, le preguntaremos al sabio si está viva o muerta. Si responde que está viva, apretaré mis manos y la mataré. En cambio, si afirma que está muerta, la liberaré y volará libre. De esta forma, sea cual sea su respuesta, siempre será incorrecta”.

A la mañana siguiente las niñas acudieron al sabio, deseosas de hacerle caer en su trampa, y le formularon la pregunta. Pero el hombre sonrío tranquilo y calmado y procedió a responder: “depende de ti, ella está en tus manos”.

Autor desconocido.

La leyenda de la mariposa azul nos recuerda que el presente y el futuro están en nuestras manos, es decir en nuestras propias decisiones que deben ser responsables porque siempre tendrán una consecuencia.

Nunca deposites tu mariposa en manos de nadie, no les des a otro el poder de decidir, de aplastarte, de aprisionarte o de dejarte volar. Solo tú mereces el privilegio de decidir.