lunes, 28 de julio de 2025

Sabina

 

Tienes razón, nos faltaron unos postres, unos besos y el tiempo para sacarnos las telarañas de adentro y nos faltaron los brindis y nos sobraron los miedos.

Nos debemos una charla con el corazón abierto.



Muerto de miedo

Confieso mi terror al deterioro,

al cáncer, al olvido, a la vejez,

duelos que se maquillan por decoro,

dicen que por la boca muere el pez.

Me flaquean las piernas frente al toro

de la yihad y aunque, más de una vez,

he presumido de bajarme al moro,

me declaro culpable, señor juez.

Mientras las musas no me den la espalda

brindaré bajo un pliegue de tu falda

por Dylan, por Brassens, por José Alfredo.

Y seguiré cantando y blasfemando

contra todos los dioses, celebrando

las ganas de vivir, muerto de miedo



Cuerpo, corazón, deseo

El cuerpo tiene un ayer

que no se cura mañana,

nueve noches por semana

sin ganas de amanecer.


Laberintos del placer

cuando baja la persiana

del crepúsculo, Diana,

cazadora de vía estrecha,

clava su póstuma flecha,

en mi podrida manzana.


El corazón es un flan

que encoge con cada pena

y se inflama cuando suena

la flauta dulce de Pan.


Eva se va con Adán

porque el amor desenfrena

y, al calor de la verbena,

siempre aparece un muchacho

que le financia el gazpacho

después de la noche buena.


El deseo es un corcel

que la madurez embrida,

cuando el bajel de la vida

no acepta tratos con él.


No se trata de ser fiel

a la esposa malquerida

ni echar vinagre en la herida

de la loca juventud;

la pasión y la salud

pierden siempre la partida.