Tienes razón, nos
faltaron unos postres, unos besos y el tiempo para sacarnos las telarañas de
adentro y nos faltaron los brindis y nos sobraron los miedos.
Nos debemos una
charla con el corazón abierto.
Muerto de miedo
Confieso mi terror al deterioro,
duelos que se maquillan por decoro,
dicen que por la boca muere el pez.
Me flaquean las piernas frente al toro
de la yihad y aunque, más de una vez,
he presumido de bajarme al moro,
me declaro culpable, señor juez.
Mientras las musas no me den la espalda
brindaré bajo un pliegue de tu falda
por Dylan, por Brassens, por José Alfredo.
Y seguiré cantando y blasfemando
contra todos los dioses, celebrando
las ganas de vivir, muerto de miedo
Cuerpo, corazón, deseo
El cuerpo tiene un ayer
que no se cura mañana,
nueve noches por semana
sin ganas de amanecer.
Laberintos del placer
cuando baja la persiana
del crepúsculo, Diana,
cazadora de vía estrecha,
clava su póstuma flecha,
en mi podrida manzana.
El corazón es un flan
que encoge con cada pena
y se inflama cuando suena
la flauta dulce de Pan.
Eva se va con Adán
porque el amor desenfrena
y, al calor de la verbena,
siempre aparece un muchacho
que le financia el gazpacho
después de la noche buena.
El deseo es un corcel
que la madurez embrida,
cuando el bajel de la vida
no acepta tratos con él.
No se trata de ser fiel
a la esposa malquerida
ni echar vinagre en la herida
de la loca juventud;
la pasión y la salud
pierden siempre la partida.

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