jueves, 20 de julio de 2017

Sevilla



Un angelillo hablador
de la legión que Dios guía
revoloteando un día
en torno del Hacedor
le preguntó de improviso
con infantil desparpajo:

Dime Señor: allí abajo,
ya no existe el Paraíso?

Cuando el hombre me ofendió,
dijo Dios con voz severa
para que mas no lo viera
mi mano lo destruyó.

Y el angelillo curioso
insistió con terquedad:

Pero Señor, ¨ es verdad
que era un vergel tan hermoso ?

Lo mejor que supe hacer
dijo el que todo lo llena.

Y el ángel dijo: ­ Que pena
que yo no lo pueda ver !

Házmelo tu contemplar,
­ Oh Dios generoso y fuerte !

Voy a ver por complacerte,
si lo puedo recordar.
Y diciendo esto él Señor,
tomó con su santa mano
la ancha planicie de un llano
de incomparable verdor.
Del agua por sus riberas
lo cercó de naranjales;
lo rodeó de palmeras
y lo sembró de rosales.
Puso como pobladores
de plantíos y enramadas
las mariposas doradas
y los pardos ruiseñores.
Para que libaran mieles
las abejas rumorosas
sembró en un bosque de rosas
almacigas de claveles.
Y en fin para concluir
a esta tierra roja y gualda,
la adorno con la Giralda
y el manso Guadalquivir.

Mirando al Supremo Juez,
dijo el ángel satisfecho:

De modo Señor, que has hecho
el paraíso otra vez.

Y Dios ­ Oh gran maravilla,
contestó al rapaz alado:
Solo el nombre le he cambiado
Ahora se llama ....... SEVILLA.

2 comentarios: